Hundirse en tu vientre,
en tus huesos pequeños,
musitar despacio
los ecos caóticos de tus penumbras,
reír con el viento y la intriga adheridos
al costado del inframundo,
sentir tus manos llenas de luna y de
sal
abrigando mis sombras,
mirar el sueño en tenaz mudanza
ante el contraste estricto de tus reservas,
mojar la almohada,
beberse tus versos,
gritar la euforia de un amor etéreo
que se enciende de nadas,
de espantos e ínfimas memorias,
de pecadoras nereidas
que, aladas, se despliegan
por el ímpetu cobrizo de tu torso.
Gozarte incansable, incandescente,
dilatando tus líquidos vestigios
desde la hercúlea pira de mi avidez.
Vivirte,
existirte,
proyectar hacia ti
cualquiera de mis noches.
M/M