Por guarecer mis sueños
del trance de la vigilia
construí un granero.
Allí, hiberna cualquier instante
desertor de insípida realidad
y se prodigan estampas
de limbo y letras.
Vuelan plumas, plumas azules
que confunden el viento de mi frente
y, en acompasada respiración,
invoco al mar, a la entraña,
al recuerdo y a tanta rosa brotando
del zarzal de una utopía.
Allí, en mi granero,
la vida me sale al paso
y, a mi antojo, la disfrazo.