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Tal vez si el afán se desdibujase,
si se buscase el meollo de la providencia,
si se le concediera el don de la importancia
a los valientes de la primera línea,
tal vez, se impusiera la cordura en suelo de todos.
Tal vez si una batalla campal
tan solo fuese una habitación desordenada;
si la angustia de una madre huérfana de su hija
asesinada por la inconsciencia,
asesinada por la maldad,
asesinada por la brutalidad que genera un deseo negado,
fuese saciada con la espada de la justicia,
tal vez, se acercara hasta ella una mano,
que de terciopelo y seda,
cubriese de consuelo alguno de los minutos
que le restan por transitar en este mundo,
celofán avinagrado.
Hoy clama mi alma pavorosa
ante tamaña instigación de sentimientos,
ante los monstruos que alojan en basura
las nacaradas perlas
de las sonrisas truncadas con navajas,
ante el patriarca que puede cambiar el rumbo
y opta por enterrar sus ojos en barro seco,
ante estúpidos parias que arremeten contra sus propias vísceras
y se encogen arrugados por el llanto de sus bajezas.
Tal vez si en vez de espantos
volviésemos a criar niños,
si en vez de fachadas imponentes
contásemos con la vecina de antaño,
si en vez de inspirar polvo blanco de irrealidad
nos arrebujásemos en la canción de una convivencia.
Tal vez así la mala hierba se fuese segando,
…tal vez…