Como un Marcelino, pan y vino,
Como una inexperta conductora del vivir
Con el lustre de la devoción intacto,
Te miraba, arrodillada, ante tus clavos.
Tu dolor se agitaba con el mío y, así,
Me inundaba de alas blancas amigas
De rosas cucarachas,
De serpientes vencidas y arrinconadas.
Era la época de la bondad activa,
Del fiarse de un género que ha sucumbido a la codicia,
De las puertas sin cerrojos, sin pestillos
Y podía visitar tu casa sin permisos.
Mi corona de espinas quedaba abandonada a tus pies
Y la niña de dentro saltaba,
La niña de dentro estiraba su risa;
Tú siempre me esperabas, sin la mayúscula,
Jugábamos mientras el silencio y la soledad cálidos se abrazaban.
Nunca pensé en la madera de tus brazos, de tus abrazos,
Eras alma plasmada a mis ojos
Y la mía, nacía cada instante renovada, limpia, en cascada,
Precipitada a la mansitud, por ti.
Aún tengo tu mano en mi pelo,
Tu nervio en mi labio.
Era la época de la bondad activa.
ResponderEliminarGenial!
ResponderEliminarEres unica, plasmando sentimientos.
Muakiss
Únicos somos cada uno, Roxy.
ResponderEliminarUn abrazo con rosas para ti.
Momentos de éxtasis..¿quien no los habrá vivido nunca?
ResponderEliminarMerche...es un bello poema, lleno de fe y confianza en Él...ciertamente los tiempos han cambiado y la violencia ha aumnentado...la buena noticia es que Dios es fiel y Jesús es el mismo de ayer, de hoy y por los siglos. Su amor y su cuidado permanecen con nosotros y sus misericordias son nuevas cada mañana. Me encantó el poema...QDTB, recibe un fuerte abrazo y mi cariño.
ResponderEliminar