Me amarga la boca si te nombro.
¿Cómo hacer que el duelo
se vista de risueña buganvilla,
para que vuelvan a andar las mañanas?
Limo mis espinas para no clavártelas.
Tu no tienes culpa
de que el viento y el sol,
el cielo y el mar,
conjugados en mi contra,
se aliaran,
rivales invencibles
y enamorados de tus manos.
No se puede vencer todo, a veces hay que saber aceptar la derrota. Solo hay que mirar esa derrota como un comienzo, como un punto de salida más.
ResponderEliminar¡Qué bonita te ha salido esta contradicción entre lo amargo y lo dulce. Entre las espinas y el tacto suavizado!
ResponderEliminarPero siempre como si flotara el amor por entre la piscina olímpica...
PiliMPilar ( la misma)
Es que el amor siempre debe flotar, Pilar. Y si llega a hundirse... habrá que hacer submarinismo para encontrarlo, ja,ja,ja!!
ResponderEliminarBesicos, preciosa.