Me araña la vida en la cara
Y se ríe estrepitosa
En un escarnio altivo, despectivo,
Ante el cobarde paso que a mediodía forcé.
Y ahora, a medianoche, ya nunca amanece
Salvo en el cuarto de tierra que se levanta,
Madrugadora,
A acariciar las almas de los errantes.
Me domina el recuerdo
Y soy Antígona, miríada de polvo rebelde,
Sucesión de ojos cerrados que, en atropellado gesto,
Seducen mi realidad.
Y perezco sumida en el desenfreno
De un amor efímero;
De un amor
Que se abandona en mi propio túmulo, dejándose morir,
En abrazo eterno a mi pecho.
Soy Blanca, la de las hormigas,
La que riega de verso cantado y piel morena
Las patrañas del mundo,
La que enamora a un huracán con el abanico de sus alas,
La que sigue desapareciendo hacia ti
Mientras desciende, en escalera de agua clara,
Hasta otro nacimiento;
Un resurgir de tempranas verdades y sonrisas calientes
Por donde la dicha no logrará detenerse
Y se precipitará bailarina, en arrullo amasado con sol,
Hasta el colmo de los sueños, de los deseos sin pozo.
Soy Helena, sin Troya, sin Paris, sin fuerza,
Con esa belleza hilarante que hace sucumbir a la pasión
Y a la hecatombe de un gemido
Pero sola al fin, como origen de todos los males tachada.
Soy una desinflada Madre Teresa
Agarrando entre sus manos desgastadas
Fragmentos de brazos que se quiebran,
Abrazando estómagos necrosados,
Ahogando gritos de desesperanza con insistencia
Para que nada haya cambiado,
Para que el Nóbel de la Paz
Sea también captado por el poder del poder.
Entre cadáveres soy Agustina,
En los sitios, corazón señero y amedrentado
Por visiones pavorosas que endurecen la garganta
De los que ya no lloran.
Y disparo un cañón de dolor, de pesadumbre,
De desidia y desgarro,
Con el fuego de mis ojos
Con la lucha latiendo en mis manos
Extendiendo oleadas de martirio,
Fogonazos que dan paso a un plano subyacente.
Y la vida sigue empeñada en su mofa, me ha superado,
Sea quien sea,
Escoja la identidad que escoja,
En patético intento de enredarla,
Obviando que, tan sólo…
Tan sólo debería dejar de ser su esclava.
Se trata de ser uno mismo... como mejor se pueda, ¿no?
ResponderEliminarTu lo has dicho : ser uno mísmo "como mejor se pueda", que no es poca cosa.
ResponderEliminarPreciosa la poesía,no podía ser menos viniendo de un ser como tú.
Un besazo.
Maryxel.
Sea lo que sea, siempre mujer (sin menospreciar al género opuesto).Un beso, Maryxel.
ResponderEliminarSolo esclava de la vida
ResponderEliminarde la pasión
del encuentro amable
del verso.
Solo esclava de la vida
de la luz
de la libertad
y del esfuerzo.
Solo esclava de la vida
del amor
del respeto
y de los sueños.
Y todo eso me hace libre, me pone alas... como a Miguel Hernández la risa de su niño.
ResponderEliminarUn besico.
Hasta que Google se apañe conmigo, recurriré a este anodino anónimo. Tú deberás hacer lo mismo.
ResponderEliminarTe decía no sé dónde algo de los arañazos.
¿Y si los sabemos reconvertir en amables caricias? ¿Dónde está la diferencia?
Que siempre no nos falte poner a salvo la mejilla. Mejor con besos y caricias, claro
(PiliPilar...)
Pilar, espero que lo paseis fenomenal en el viaje y vengais con muchas ganas de lectura. Y, en tu caso, con los versos colgando entre los brazos.
ResponderEliminarUN BESO.
Merche: Por fin ( O más bien por principio...) decidí no ir al viaje. Y he mantenido la decisión. Seguiremos aquí, envueltos en tupidas capas de pintura exterior con sabor a verso/prosa
ResponderEliminarPor si no consigo el arreglo, intenta ponerme tú comentario. Si no lo consigues con nombre, hazlo por anónimo.
Soy PiliMPilar