¡Corazón extenso que no ves
ni la luz que irradia tu piel,
tan roja, tan brillante, tan húmeda!
¡Corazón ciego, exento de vanidad!
La sencillez de tu forma
Delata la paz de tu adentro
Y esponjoso debe ser el viento
Que se arrebuja mimoso en tu seno.
Y lo lates, sin querer,
Hacia ventiscas oblicuas,
Hacia tormentas que estallan por absurdas miradas
En la pena negra de la decadencia.
No hay ceguera tan grande
Como la de no verse,
Como la de no querer mirarse a sí mismo.
O sí…
La de no querer ver al otro
Sentado en el borde de una flor
Y ofreciendo su perfume.
Mirarse por dentro muestra luz en cualquier momento oscuro. Siempre hay una noche maravillosa en nuestro interior.
ResponderEliminarHola guapetona buenos días,,
ResponderEliminarTe voy a decir lo de siempre , porque no puedo decirte otra cosa que muy bonita la música y la poesía ,, que me gusta,,
besicos y a pasar buena semana , no trabajes mucho
Gracias Alfredo. Un besico.
ResponderEliminarTú nos ofreces tu perfume cargado de esencias poéticas.
ResponderEliminarÁrbol, creo que tú también estás sentad@ en el borde de una flor.
ResponderEliminarGracias.