Aunque me pisen los años atropellados
Con tu ausencia,
En la nada de tenerte,
Sabemos tu alma y la mía
Que el fruto de una higuera, de nuestra higuera,
Sigue brotando dulce.
Ansia de hacerte risa, libre, como tú eres,
Con la sangre de los quince
Y el imperio de tus sentires.
Y vuelas, como siempre lo hiciste,
En paz con tu íntegro corazón.
Reparas la noche infame con aliento de belleza.
Vértice de un triángulo de luz, de sol,
Con el halo auténtico que nació para correr,
Siempre para llegar.
Dura, cadalso de mi resquemor,
Te basta abrir los ojos para barrer la mentira
Clareando la estancia en un aleteo de pestañas,
Y la vida;
En el hueco de tu rama
Suena aquella canción,
Nuestra vida cambió, y yo, obstinadamente,
Sigo mirándome en tu espejo.
Nuestra vida cambió, sí, pero queda lo vivido.
ResponderEliminarPara mis dos compañeras de "Aquí, en la higuera", aquel programa de radio de antaño, siempre amigas.
¡¡¡Que bonita historia fue la radio¡¡¡ La pena es que se esfumó en el mejor momento.
ResponderEliminarTal vez algún día...
ResponderEliminarY la higuera siguió dando sus frutos, dulces y arrebatados ….
ResponderEliminarÁrbol, espero que siga dándolos por siempre.
ResponderEliminar¡¡¡¡Y las semillas que todavía permanecen, quizás un día que sea propicio brotaran y llenaran de verdor y alegría el paisaje adormecido del ego rampante!!!!
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