Navegar...

Navegar…sin vela,

Entre ventanas de cielo y puertas correderas

Navegar sin tregua, sin tiempo de espera,

Con la hora en el bolsillo y sumando mareas.

Dibujar la vida en un castillo, en una almena;

Arquitecta del destello y de la chispa,

Del vuelo, del sopor y de la idea.

Navegar…

Descubriendo, de Sócrates, el cicuta en las venas;

El sabor de Sorolla en una tela;

Recorrer los jardines colgantes de Babilonia;

Salvar a Juana de Arco de su hoguera,

Y de paso, en un salto intrépido a otra escena,

Leer de Guinda un poema

Mientras en henchido momento de lirismo

Lágrimas se drenan.

Enloquecen Colón y Magallanes,

Pizarro y Velázquez de Cuellar

Si el plano subyacente y místico que idealizamos

Existe de veras.

Explorar el infinito, hacia muy adentro;

Tantear el universo, largo y tendido, hacia fuera

Siempre navegando,

Ora con los átomos de mi líquido amniótico,

Ora con el gas de las estrellas,

Ora al margen de tus resentimientos

Y de mis entretelas.

Ser sabia, doctora, docente, incluso agorera

De todo lo dulce sin serlo,

Tan solo tener madera.

Navegar sin vela, sin viento, sin bandera…

Con un disco duro escondido en mi arena

Para usarlo todo mientras se sueña;

Copiar y guardar en mi instinto;

Reiniciar si fallas o recelas;

Llevar un antivirus instalado en el alma,

Que no haya peligro que dañe mi esfera.

Y, en todo caso, poder ser de nuevo formateada,

Rescatando mi memoria toda entera.