Hemos vivido un amor
a través de las paredes,
a través de todos los muros,
incluso del de la ausencia.
Hemos vivido pensándonos,
entendiendo que el dolor
se puede dejar en cualquier cuneta
y seguir al ritmo de los segundos.
Uno, otro, otro…
Y ahora regresas,
desde otro intento,
perforando el alma hasta saciarte de mí,
rodeando mi aura con tu esmero.
El mutismo cesa,
los muros desaparecen
mas para mí,
la vida sigue transcurriendo
bajo el yugo de tres cansinas saetas
en un imperativo del tiempo.